18 de enero de 2013

Dieta y hormonas

                    sobrepeso

                  Hormonas del Apetito:

    La Fuerza de Voluntad no es el Problema

     Mucha gente se juzga a sí misma, o es juzgada por otras personas, por el hecho de tener unos kilos de más.

En esta sociedad estar gordo significa ser débil, no tener suficiente fuerza de voluntad, ser flojo y/o ser impulsivo y no tener autocontrol.

     Pero la realidad es muy diferente. Resulta que son las hormonas (hormonas muy poderosas) las que controlan nuestra percepción del apetito y el hambre, así como nuestro comportamiento a la hora de comer.

Puedes tener toda la fuerza de voluntad que quieras, pero tu cuerpo tiene más fuerza que tú en este aspecto.

Además, la fuerza de voluntad se debilita mucho en presencia de estrés, cuando el azúcar en la sangre está baja, o en ambientes no propicios para quien quiere adelgazar (como una oficina en la que todo el mundo tiene un envase con dulces, una cena de cumpleaños o un almuerzo familiar).
Éstas son algunas de las hormonas más conocidas que tienen influencia en el apetito, el hambre y la saciedad:
  • Colecistoquinina: se libera en el intestino delgado cuando se consumen grasas y proteínas. Los receptores que responden a esta hormona se encuentra en el tubo digestivo y en el cerebro, en donde disminuyen el hambre. Es por esto que las dietas bajas en carbohidratos y que son más ricas en proteínas y grasas tienden a hacer que la gente se sienta satisfecha por más tiempo y tenga menos hambre en general. 

  • Péptido similar al glucagón 1: retarda el tiempo de vaciado del estómago, lo que ayuda a que te sientas lleno por más tiempo.

  • Inhibidor gástrico polipéptido YY: secretado por el intestino delgado y el colon en respuesta a la comida, inhibe el hambre.

  • Leptina: principalmente producida por las células grasas, disminuye el hambre.

  • Grelina: producida principalmente en el estómago, actúa en el cerebro para estimular el hambre.

    Si quieres adelgazar, lo mejor es tener las cuatro primeras hormonas en niveles altos, y tener baja la grelina.


    La peor consecuencia de adelgazar rápido

    En una investigación realizada recientemente, se estudió el efecto a lo largo de un año que tuvo el hecho de hacer una dieta extrema durante 10 semanas.
                              dieta extrema


         En la dieta extrema los participantes del estudio consumían apenas unas 500 a 550 Calorías diarias. Esto equivale a un déficit calórico (enorme) de unas 1200 Calorías.

        Por supuesto, la pobre gente se estaba muriendo de hambre al final del estudio.

        Si sacamos la cuenta como hace la mayoría de la gente (incluyendo, lamentablemente, médicos y nutricionistas) ese déficit calórico de 1200 Calorías diarias equivaldría a perder medio kilo de grasa cada tres días. Como el estudio duró 10 semanas, según esa cuenta debieron haber perdido poco más de 10 kg de pura grasa.

        Como si la grasa se perdiera con algo tan sencillo como "comer menos" (o, peor, "dejar de comer")…

        El problema de creer que las cosas son así está en la falta de comprensión de cómo funciona nuestro cuerpo, porque no se están tomando en cuenta las hormonas que son las que controlan realmente cómo utilizamos la energía (tanto la que tenemos almacenada, como la de los alimentos que consumimos).

       Mediante siglos y siglos de evolución, nuestras hormonas se desarrollaron de manera que cuando comemos muy poco el cuerpo gasta menos energía.
    Esto quiere decir que si te pones a comer menos para adelgazar, más tarde que temprano terminarás con un metabolismo más lento:
    • Te sentirás más débil, con más cansancio y menos energía.
    • No tendrás ganas de hacer ejercicio ni de mantenerte activo.
    • Tendrás más hambre de lo normal y será muy difícil controlarla.
                         Y lo peor: No Perderás Grasa.
        Es decir que todo el esfuerzo que estabas haciendo será completamente en vano.

        Seguramente eso ya te ha pasado. Y el estudio que te mencioné más arriba no sólo sirvió para probar que esto es cierto (es decir, tú no eres la única persona a la que esto le ocurre), sino que también mostró una consecuencia espantosa de hacer este tipo de dietas para adelgazar rápido.


     Esto es lo que ocurrió:

       Durante las primeras 10 semanas, cuando los participantes estuvieron haciendo la dieta extrema, perdieron en promedio 9,4 kg de grasa y 4,1 kg de músculo.
       
        Perder tanto músculo es malo, pero perder 12 kilos y medio para alguien que está obeso o con sobrepeso seguramente sería genial.

    Pero la alegría le duraría poco. Escucha esto:

       A medida que seguía pasando el tiempo, los participantes fueron recuperando la mitad de los kilos que perdieron. Es decir, que todo su esfuerzo de aguantar tanta hambre durante 10 semanas no sirvió realmente de mucho.

        Y esto pasa más del 90% de las veces al hacer una dieta de bajas calorías por un tiempo determinado.

    ¡Pero eso no es lo peor!

       El problema fue lo que e ocurrió a las hormonas de los participantes del estudio (como la leptina, la grelina, el péptido YY, etc.), las hormonas que regulan el apetito, el hambre y la saciedad.

        Después de las 10 semanas de dieta extrema, los participantes tenían unos niveles hormonales que les hacían tener mucha más hambre de lo normal.
        Ya te imaginarás lo complicado que se les iba a hacer a ellos seguir comiendo "con moderación" para poder mantener el peso perdido.

    ¿Y un año después de haber hecho la dieta?

       Un año después los niveles hormonales de los participantes seguñian iguales. ¡Seguían iguales!

       Quiere decir que un año después de haber hecho una dieta extrema, estas personas siguieron teniendo más hambre de lo normal.

       ¿Te das cuenta? Haces una dieta por unas semanas, adelgazas unos kilos (entre grasa, agua y músculo)…

    … ¡y un año más tarde todavía tienes más hambre (y menos fuerza de voluntad) que nunca!

    Ya me dirás por qué hacer dieta NO sirve.

       Obviamente es imposible mantener el peso perdido. Y obviamente vas a terminar ganando más kilos que antes.

       Así que ya ves: si tratas de adelgazar rápido seguramente lo vas a lograr…
     pero vas a terminar teniendo que repetir el proceso unos meses más tarde, y cada año será la misma historia sólo que con unos kilos extra cada vez.

       Y al principio no será tu culpa, sino de tus hormonas (y de cualquiera que te haya indicado hacer una dieta de este tipo sin saber realmente lo que eso le haría a tus hormonas).

       Si has hecho varias dietas en tu vida, imagínate cómo estarán tus pobres hormonas en este momento…

       Ahora ya sabes por qué.

    Por si fuera poco, las hormonas del hambre no son las únicas afectadas con estos ciclos de dietas eternas. También sufren las hormonas que controlan la digestión, y las hormonas del estado de ánimo.
    Haciendo dietas constantes terminas:
    • Con una dificutad enorme de mantener el peso perdido o, peor aún, ganando unos kilos adicionales (porque recuerda que a medida que pasan los años se nos hace más difícil adelgazar y más fácil engordar).

    • Con un sistema digestivo menos eficiente que tendrá más dificultad para procesar y absorber bien los nutrientes de los alimentos que consumes, lo que implica que tu cuerpo no podrá disponer de todos los nutrientes necesarios para funcionar óptimamente.

    • Con un peor estado de ánimo, o incluso con ansiedad y depresión, debido al efecto que este tipo de dietas tiene sobre varios neurotransmisores.

    • Con un hambre descontrolada e imposible de manejar, y con antojos fortísimos.

          Te sentirás mal tanto físicamente como mentalmente y emocionalmente.
      Ya me dirás si tu fuerza de voluntad va a servir de algo en esas condiciones…

      Así que ahora que ya sabes todo esto, tienes dos opciones:

      Adelgaza rápido pasando muchísima hambre, sólo para recuperar los kilos que hayas perdido y sentirte con más hambre que cuando comenzaste…

      … o adelgaza progresivamente, para siempre, y siétete mejor que nunca cuando lo logres.






      Fuente:

      http://www.tunuevocuerpo.com/la-peor-consecuencia-de-hacer-dieta/


         
        

      2 de enero de 2013

      BALANCE DEL AÑO



                       Mi percepción, a medida que envejezco,
                                           es que NO HAY AÑOS MALOS.

          Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos.

          Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje.

       Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla, dependen de nosotros; el cómo enganchamos con las cosas que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad. Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo.
        
       “SER FELIZ ES UNA DECISIÓN”, no nos olvidemos de eso.

       Entonces, con estos criterios, me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año, porque todos estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas:

             - a aprender a amar - a dejar huella - a ser felices.

      En esas tres cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo; y creo que hay tres factores que ayudan en estos puntos: 

       - Aprender a amar la responsabilidad como una instancia de crecimiento. El trabajo sea remunerado o no, dignifica el alma y el espíritu y nos hace bien en nuestra salud mental. Ahora el significado del cansancio es visto como algo negativo de lo cual debemos deshacernos y no cómo el privilegio de estar cansados porque eso significa que estamos entregando lo mejor de nosotros. A esta tierra vinimos a cansarnos... 

       -Valorar la libertad como una forma de vencerme a mí mismo y entender que ser libre no es hacer lo que yo quiero. Quizás deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo que debemos con placer, y decir que estamos felizmente agotados y así poder amar más y mejor.

       - El tercer y último punto a cultivar es el desarrollo de la fuerza de voluntad, ese maravilloso talento de poder esperar, de postergar gratificaciones inmediatas, en pos de cosas mejores.

       HACERNOS CARIÑO y tratarnos bien como país y como familia, saludarnos en los ascensores, saludar a los guardias, a los choferes del transporte público, sonreír por lo menos una o varias veces al día.

      QUERERNOS. CREAR CALIDEZ dentro de nuestras casas, hogares, y para eso tiene que haber olor a comida, cojines aplastados y hasta manchados, cierto desorden que acuse que ahí hay vida. Nuestras casas independientes de los recursos se están volviendo demasiado perfectas que parece que nadie puede vivir adentro.

      Tratemos de crecer en lo espiritual, cualquiera sea la visión de ello. La trascendencia y el darle sentido a lo que hacemos, tiene que ver con la inteligencia espiritual.

       Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a la conversación, a los juegos “antiguos”, a los encuentros familiares, a los encuentros con amigos, dentro de casa. Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de nuestras familias.

       Si logramos trabajar en estos puntos - y yo me comprometo a intentarlo -, habremos decretado ser felices, lo cual no nos exime de los problemas, pero nos hace entender que la única diferencia entre alguien feliz o no, no tiene que ver con los problemas que tengamos, sino que con la ACTITUD con la cual enfrentemos lo que nos toca.

      Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan.
      Y que en cambio, con las penas pasa al revés: Se achican.

      Tal vez lo que sucede, es que AL COMPARTIR, LO QUE SE DILATA ES EL CORAZÓN.

      "Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro".
         MAMERTO MENAPACE, Monje benedictino.


      de psicóloga Emocional